Hace unas tres semanas escribí un blog sobre mi experiencia en Nicaragua, pero hoy escribo con una mentalidad completamente diferente. Acabo de regresar de la costa caribe de Nicaragua y aunque sólo pasé unos cinco días entre Bluefields y Laguna de Perlas, aprendí un montón de cosas. Primeramente, como Araceli me dijo antes de que yo me fuera, la costa es literalmente otro mundo. A diferencia de Managua, la costa no es una ciudad y viven diferentes grupos étnicos, tales como los misquitos, los garífunas, los Mayagnas (Sumos), los Rama, los creoles que hablan inglés y mestizos del Pacifico que hablan el español. Un crisol de culturas existe y es muy evidente. También me di cuenta del hecho de que aunque estos grupos étnicos son muy diferentes, están unidos porque son nicaragüenses caribeños. Sin embargo, a través de las charlas que nos dieron en Bluefields y Laguna de Perlas, aprendí que estos grupos todavía se diferencian. Por ejemplo, Wesley Williams, quien nos guió la mayor parte del tiempo en Laguna de Perlas, nos dijo que hablan diferentes idiomas, practican diferentes días feriados y tienen diferentes niveles de involucramiento político en el país. Además, la formación de una identidad cultural en la costa atlántica no se puede relacionar fácilmente con la del pacifico porque cada parte tiene su propia historia. Los costeños siempre han luchado por la autonomía de poder tomar sus propias decisiones políticas, económicas y sociales. Han luchado por ser reconocidos como una población legítima y capaz del país, pero no ha sido fácil. Aunque están organizados a nivel nacional, regional, municipal y comunal, todavía se enfrentan a problemas sociales y ambientales, tales como el abuso del alcohol, la violencia, el trafico de drogas, altas tasas de enfermedades de transmisión sexual y la explotación de recursos naturales por extranjeros.

La cultura juvenil en la costa fue una temática que me llamó mucho la atención. Cuando tuvimos una charla con Danilo Chang en el Centro de Derechos Humanos, Ciudadanos y Autonómicos (CEDECHA) en Bluefields, nosotros aprendimos sobre el trabajo comunitario que la organización está haciendo. Por ejemplo, usan el muralismo como herramienta para desarrollar el conocimiento social, político y hasta económico. A través de los murales, CEDECHA involucra a la población juvenil para ayudarlos a reconocer sus derechos a un nombre y una nacionalidad. CEDECHA fortalece el proceso de autonomía en la región, movilizando a los jóvenes para que puedan vocalizar sus derechos como ciudadanos. Danilo nos explicó que últimamente, es un proceso de “concientización,” una frase que yo he también aprendido en mis estudios de movimientos sociales a través de la historia estadounidense. Hasta habló sobre la “cota de negritud” y cómo esta idea discriminatoria se proyecta en el Pacifico (y tal vez en el Atlántico también) hacia los costeños. Después de esta charla, pasé bastante tiempo pensando en la formación de identidad entre los jóvenes nicaragüenses y en mis conversaciones con ellos que han contribuido en mi conocimiento de la historia de Nicaragua. Concluyo diciendo que la historia de un país no sólo se entiende en los libros universitarios, sino también en la vida cotidiana y las historias personales que los nicaragüenses comparten conmigo. Deberíamos analizar los momentos que no parecen significativos en nuestras vidas para poder entender los grandes problemas de nuestra sociedad.

La mayor parte de mi vida me he criado en la ciudad de Nueva York en comunidades de clase obrera y he experimentado la discriminación, violencia y lo que significa trabajar duro para ayudar a mi familia. Debido a esta base, me he relacionado con movimientos comunitarios, sociales y políticos que tratan de combatir problemas sociales. Estoy muy emocionada por la posibilidad de trabajar con CEDECHA para mi proyecto final sobre el arte comunal y posiblemente crear un mural con jóvenes universitarios en Bluefields. Hasta este punto, no pensaba que iba a encontrar una organización a nivel comunitario que trabajara acerca de esta temática. Cada día, aprendo algo nuevo sobre la influencia del arte en Nicaragua y me encanta que no haya una definición rígida. Solentiname, otra parte del país donde se produce mucha artesanía y pinturas, también me ofreció otra perspectiva interesante de la historia artística nicaragüense. Por esta razón, pienso volver a este lugar tan mágico y espiritual en algún punto de mi vida. ¡Yo nunca había visto tantos cuerpos de agua y diferentes variedades de aves en mi vida! Le agradezco a Dios por la oportunidad que me dio de disfrutar de la belleza natural de la costa y de Solentiname la semana pasada. Nicaragua sigue teniendo un lugar absolutamente especial en mi corazón.